Kirk Fletcher en Bluescazorla'08. Foto de J. Martín Camacho.

27 may 2011

THREE O'CLOCK BLUES. Del insomnio y la desesperación.

En 1955 compró un autobús para desplazar a su banda en sus giras. En 1956 ofreció trescientos cuarenta y dos conciertos; durante los cincuenta años siguientes se mantendría en una media de doscientos setenta y cinco. No es de extrañar que, cuando se lo robaron en una pequeña localidad de Georgia, esto supusiera un duro golpe para él. Se había ido uno de la familia y habían sido miles de quilómetros juntos.

B. B. King y su banda, a punto de montarse en su autobús, en Beale Street, Memphis.
Fotografía del Archivo de Michaell Ochs y del Memphis Music and Blues Museum.
Aspecto del autobús actual que le sirve en las giras.
Tampoco erraríamos si diésemos por seguro que el compromiso de Riley, The Beale Street B(lues) B(oy), King con su música es una extensión del que tenía desde adolescente con el trabajo, cuando se hizo cargo él solo de la granja tras morir su abuela y su madre.
En el campo, era una trabajador incansable, no se le podía dejar ir. Pero pudo más la música que oía incesantemente en la Victrola de su tía (esa máquina me cambió la vida), los sonidos de Blind Lemon Jefferson y Lonnie Johnson (sus referentes más queridos) sacaban de su guitarra, y, sobre todo, su empeño en dedicarse a la música que le rodeaba por fuera y le absorbía por dentro.
Sólo esa tenacidad hizo que se mudase a Memphis y que, cuando viera la oportunidad de entrar a trabajar de la radio, llegase a la emisora de la WDIA empapado, con la guitarra, envuelta entre periódicos, fuertemente apretada contra el pecho y tras una larga caminata desde la estación. Parceía muy triste, pero cuando comenzó a tocar todos supimos que sabía lo que se hacía. El trabajo fue suyo.

En 1951, ya era conocido simplemente como B. B. King y le llegó su primer éxito con una grabación de Sam Phillips para los hermanos Bihari en el Memphis Recording Service. En ese momento se convirtió en el primer bluesman que grababa para el que después sería el todopoderoso sello Sun Records.

Riley King (Itta Bena, Mississippi, 16/IX/1925)
El tema se llamaba Three o'clock blues (El blues de las tres, Modern), y era original de Lowell Fulson (de 1948), de quien poco después también tomaría también prestado su Everyday I have the blues (Todos los días estoy triste), pero lo llevó a su terreno. Y eso no es poco para un músico que amplió y varió los registros del blues desde los inicios de su carrera (y aún no ha dejado de hacerlo).

Three o'clock blues, que permanecería en lo más alto de las listas de rhythm and blues durante diecisiete semanas, suena lento, desesperado, pero con una guitarra limpia y afilada, como la decisión de un suicida: su mente no para de bullir y la solución es oníricamente desesperada. Los registros de la voz son tan seguros como la pulsación de las cuerdas, como su acto final.

Os dejo con dos vídeos de la misma versión original: el primero, en un aparato casi de la época; el segundo con el sonido limpio.



Now here it is three o'clock in the morning, oh can't even close my eyes, yeah
It's three o'clock in the morning baby, oh, I can't even close my eyes
Well, I can't find my baby, keep on lookin' be satisfied.
Ya son las tres de la mañana, ni siquiera puedo pegar ojo.
Son las tres de la mañana, ni siquiera puedo pegar ojo,
No encuentro a mi nena, sigue aparentando estar satisfecho.
I've looked all around me, people, hey, and my baby she knows she can't be found
Looked all around me, people, oh, my baby, she can't be found.
Well, if I don't find my baby, I'm going down to the Golden Ground,
that's where the men hang out down there, they shoot pool, you know.
He mirado a mi alrededor, tíos, sí, pero mi chica sabe que no la puedo encontrar,
miré a mi alrededor, tíos, sí, no puedo encontrar a mi chica.
Bien, si no encuentro a mi chica, me voy a ir al Golden Ground,
donde se ahorcan los hombre, donde se lanzan al agua, ya sabes a qué me refiero.
Goodbye everybody, oh, I believe this is the end,
oh, goodbye everybody, oh I believe this is the end,
You can tell my baby, to forgive me for my sins.
Adios a todos, creo qeu es el final.
Adios a todos, creo que es el final.
Puedes decirle a mi chica que me perdone mis pecados.

Y ahora la versión con uno de los discos homenajes más sentidos de los últimos tiempos, el de Eric Clapton, uno de los más agradecidos guitarras de blues, para uno de sus más admirados iconos, Riding with the king (Reprise, 2000). Casi cuarenta años después de que un jovencito Clapton de veintidós años tocase una jam en el Café Au Go Go con B. B. King, su sueño se cumplió.



Sobre B. B. King:
- Blues All around me: the autobiography of B. B. King. B. B. King & David Ritz.

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